La contaminación consiste en la introducción de sustancias nocivas en los ecosistemas, alterando su funcionamiento y provocando efectos devastadores en la vida natural, el medio ambiente y la salud humana. Puede presentarse en diversas formas, como contaminación acústica, térmica, química o biológica.
En el caso del río Cracău, la contaminación representa un problema grave que afecta a los ecosistemas locales. Se pueden encontrar residuos de todo tipo en las orillas, dentro del agua e incluso a distancias considerables del curso del río, lo que refleja una falta de control en la gestión de los desechos y un descuido en la protección del medio ambiente.
La conservación de la biodiversidad, el mantenimiento y la restauración de los ecosistemas suponen mecanismos fundamentales en la lucha contra el cambio climático. Junto con el uso sostenible de la diversidad biológica, son elementos clave para lograr un desarrollo sostenible que minimice el impacto de las actividades humanas tanto actuales como pasadas. Por otro lado, reconocer el valor y la relevancia que tienen los servicios ecosistémicos es fundamental para hacer compatible dicho desarrollo sostenible con el bienestar humano.
La protección de la biodiversidad debe ser un reto y un objetivo común, que debe abordarse de manera global y teniendo en cuenta las diferentes facetas afectadas. Debido a esto, es imprescindible tener un amplio conocimiento sobre el área que se pretende conservar, así como la situación actual en la que nos encontramos. En Europa, la pérdida de biodiversidad se ha acelerado enormemente, tal como queda evidenciado en el Escenario de Referencia de la Biodiversidad Europea 2010. Es por ello que debe realizarse una adecuada conservación del medio que aún queda, en mejores o peores condiciones según la región, al tiempo que pueden realizarse estudios complementarios encaminados a la restauración o resilvestración, conceptos relacionados con el término rewilding.
La conservación de la biodiversidad incluye todas las medidas de protección contra la pérdida de los ecosistemas y de la parte viva de ellos, como los animales, las plantas y los microorganismos. El objetivo es proteger la riqueza de la vida en la Tierra y garantizar un equilibrio sostenible entre las necesidades humanas y las de la naturaleza, en un mundo en constante cambio y con la urgencia de prevenir la extinción de especies. Además, desde un enfoque más antropocéntrico, la conservación de la diversidad biológica es imprescindible para lograr el desarrollo sostenible, es decir, cubrir las necesidades actuales sin comprometer las de las generaciones futuras. Para lograr este fin, la Comisión Europea ha adoptado en 2020 una nueva estrategia cuyo objetivo final es detener la pérdida de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos, siendo los seis objetivos principales de la Estrategia:
La plena aplicación de la legislación europea sobre naturaleza con el fin de proteger la biodiversidad.
Una mejor protección de los ecosistemas, y un mayor uso de la infraestructura verde.
Más agricultura y silvicultura sostenibles.
Una mejor gestión de las poblaciones de peces.
Controles más estrictos sobre las especies exóticas invasoras.
Una mayor contribución de la UE en la lucha contra la pérdida de biodiversidad mundial.